martes, 27 de marzo de 2012

Bienestar

Está claro que todo el mundo puede responder a la pregunta ¿qué es el bienestar? Y seguramente muchos responderían con imaginativas ocurrencias.

No obstante, el significado concreto de bienestar del que quiero hablar hoy va por otros prados, en concreto tiene relación con nuestro querido (aunque no por todos) Estado del Bienestar. En sociología, las fuentes de Bienestar (el trabajo, la familia y el Estado social) son aquellas organizaciones o agentes sociales que constituyen nuestro sustento, nos aportan recursos y protección (luego volveremos sobre esto), y fundamentalmente, constituyen la principal barrera ante la exclusión social. Una persona que no tiene recursos por vía del trabajo, como los niños, los jubilados, los parados o los dependientes, puede estar perfectamente integrado en la sociedad, incluso contarse entre los miembros de las clases acomodadas, si cuenta con el sustento de su familia, o del Estado social. Estos pertenecen a lo que se llama “pobreza integrada”, y los considero un ejemplo bastante ilustrativo para comprender el concepto de “fuentes del bienestar”.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando las fuentes del bienestar desaparecen? La respuesta es simple: pobreza económica y exclusión social. Cuando una persona que no cuenta con un trabajo pierde el sustento de su familia, o la subvención del estado, entra en un proceso de deterioro no solo de su economía, sino de sus relaciones sociales y personales o su vida cultural.

Pues bien, esto es lo que está pasando en los últimos tiempos. Con los continuos ataques al estado social se desmonta el primer pilar del bienestar; con la desregulación y flexibilización del mercado de trabajo se convierte al segundo pilar en una estaca quebradiza que en cualquier momento puede astillarse y ceder. Por último, solo queda el sustento de la familia, en pleno proceso de reestructuración (que no desestructuración) debido a los cambios en los modelos familiares, y a la vez también sustentada por los otros dos pilares, por lo que constituye un apoyo cada vez menos firme.

A éste análisis, que para muchos habrá sido un empacho considerable de sociología, es a la que uno llega cuando se plantea las causas del aumento de la pobreza y la exclusión. No obstante, falta un punto, el esencial en este artículo. Esta situación provoca una reacción: la incertidumbre. Aunque la población no sea consciente en términos sociológicos de este cambio de tendencias en las fuentes del bienestar, son conscientes de que algo está perdiendo certeza en su día a día. La función principal de los agentes del bienestar, que es proporcionar seguridad y un horizonte de futuro mínimamente estable, se debilita, ya no puede ser satisfecha por las fuentes clásicas. El efecto de esto es tan simple como desolador: se produce una demanda de bienestar. Y por doquier surgen ofertas dispuestas a satisfacer esa demanda:

De un tiempo a esta parte, hemos observado en el lenguaje publicitario de ciertas empresas de seguros el predominio de palabras como “protección” o “cuidado”. Es algo congénito a las propias aseguradoras, pero es destacable la apropiación de emociones normalmente ligadas al ámbito de la familia. “Nadie te cuida como yo” o “Personas que cuidan de personas” son frases que remiten a los deseos más básicos del ser humano, esos mismos que están siendo amenazados. Desaparecen las fuentes tradicionales de bienestar, pero entra en escena un nuevo actor: el Mercado. Se trata de un actor que lucha por hacerse con cada ámbito de la vida, y la provisión de bienestar no iba a ser menos.

Ahora bien, cabe hacerse una última reflexión. Debemos saber quién nos está vendiendo este bienestar. Los productos de las aseguradoras no nos los venden un entrañable erizo, o un tenista de élite. Ni siquiera nos los venden los amables asesores de los anuncios.

Los seguros, este bienestar de pago, nos los venden las grandes compañías de seguros que juegan a especular con la deuda de los países, forzando a gobiernos a recortar en prestaciones públicas. Y son primos hermanos de los bancos que mantienen la economía en una nube de inestabilidad, y que luchan por convertir el mercado de trabajo en un completo ir y venir de precarios. O han tenido mucha suerte, y han sabido aprovechar la debilitación de las principales fuentes de bienestar, y la oportunidad de negocio que ha generado, o bien aquí a alguien le ha salido la jugada redonda. ¿No será que nos han quitado el pan para luego vendernos las migajas? Piénsese.


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